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La gran empresa urbanizadora y monumental, el espacio nobiliario por antonomasia, quedará configurado en el entorno singular de la Plaza Vázquez de Molina.
La Plaza Vázquez de Molina |
Ya hemos repetido que la urbanización zonal dentro de los antiguos cascos urbanos medievales durante el siglo XVI estaba consistiendo no tanto en la generación de un nuevo espacio, en cuya ocupación fueran ordenados urbanísticamente los edificios, sino en la creación figurativa de éste por implantación forzosa de nuevos elementos arquitectónicos.
Esta situación, siempre contradictoria y ambigua, es frecuente en la sintaxis urbana de Úbeda. Sin embargo, en el supuesto que nos ocupa, encontramos una situación previa que bien podríamos definir de mayor neutralidad espacial.
El lugar sobre el que hoy se ubica la Plaza de Vázquez de Molina, conocido de antaño como "el llano de Santa María" -también "llano del Salvador" indistintamente- ha formado parte desde su origen, del más primitivo núcleo urbano de la población.
Antigua vaguada por donde discurría el arrollo de la Azacaya, el terreno ha sido explanado en las primeras décadas del siglo, empleándose posiblemente escombros de la desmantelada fábrica del alcázar, y recreándose un espacio que, a todas luces, había de estar menos comprometido, menos colmatado, que cualquier otra zona de la ciudad por asentamientos constructivos previos.
Sin duda, antes de coronar la primera mitad del Siglo, cuando son concluidas en buena medida estas operaciones, esta plaza constituye el recinto abierto más extenso y despejado de toda la retícula urbana.
En 1558 es suscitado un ruidoso pleito entre el personero de la ciudad, Bartolomé Gil, y el Concejo con motivo -entre otras causas-- de la nueva construcción del Pósito y la oportunidad de su emplazamiento.` El caso, que acabará archivado en la Real Chancillería de Granada, al margen de su innegable valor descriptivo, nos sorprende por la inusitada sensibilidad urbanística que en él se manifiesta.
En estos momentos ya han sido erigidos la Capilla del Comendador Cobos y el palacio de su capellán mayor, el deán Ortega; también está siendo levantada de cimientos la obra de la Capilla de Santiago en Santa María, sagrario de la Colegial, por iniciativa de Diego de los Cobos.
La plaza es definida en el documento como lugar en que se celebran las ferias de ganado, espacio público donde se mercan todo tipo de productos que, años más tarde, nos evocará -como una pincelada de vida- Vicente Espinel en las aventuras del pícaro de Torreperogil en su inolvidable Marcos de Obregón.
En 1557 el Concejo ha comenzado a poner en venta una serie de solares en la acera del alcázar, frente a las "casas" del deán, a lo que el personero se opone contundentemente con estas razones: "...que estando proybido por derecho antiguo y leyes... que las plaças publicas y calles y otros lugares publicos no se ocupen ni hedifiquen sino que se conserven para el uso publico de los vezinos y moradores del tal lugar es ansi que en la plaça publica y rrua de la dha. cibdad se uveda en cierta parte della hasta llegar al rrastro y a la puerta behuz las partes contrarias de pocos dias a esta parte an dado e rrepartido muchos solares a vezinos de la dicha cibdad con cierto cargo e tributo sin tener para ello ligencia ni facultad... con los cuales ocupan mucha parte de la dicha plaça y rrua e ynpiden el trato y comergio de los vezinos e forasteros que vienen a vender sus mercadurias en ella porque no queda sitio... y demás desto junto a la puerta del alcaçar viejo que fue mandado derrocar y se derroco por mandado de los rreyes catolicos por rrazon de los vandos y parçialidades que en la dha. ciudad avia agora nuevamente la dha. ciddad a empegado a hazer e idificar una casa de posito para el pan,.. y dado y rrepartido çiertos solares alrrededor de lo que se derroco del dho. alcazar que en efecto es bolvello a çercar..."
Efectivamente, cuando es demolido parcialmente el alcázar, allanándose las murallas y torres de éste existentes entre la fortaleza y la ciudad en 1507, las actuaciones se priorizan en su muralla norte, abarcando un nuevo espacio urbano que transcurriría desde la Torre de Bahud y "rastro" -arrastradero de las reses del vecino matadero-, hoy calle Baja del Salvador, y el adarve y barbacana de Santa María. El levantamiento, por tanto, de nuevas casas significaba un nuevo cerramiento del viejo recinto defensivo, así como la ocupación de un suelo público cedido a la ciudad por Doña Juana:
Ante esta situación Bartolomé Gil suplica que todas estas edificaciones, sean demolidas, incluyendo naturalmente el nuevo Pósito, pues -como se nos asegura por su parte en una nueva instancia trasladada a la sesión del mes de marzo de 1558. "..en el lugar donde se haze la dha. casa no se puede conservar , el pan por ques muy umido y de arte que mucha parte del pan que en ella se pusiese sea de perder por rrazon que el lugar donde se haze esta ocupado por tres partes para que no le pueda vonar los aires que son a la parte del alcaçar en la capilla del comendador covos y de la casa del deán y solamente queda libre la parte de hazia el abrego y fecha la capilla de dio de los covos queda la dha. casa por todas partes enbaragada de forma que el ayre no la puede vonar y es causa de muy grande perdida para el pan..."
Antes de proseguir, creo conveniente aclarar que la capilla a la que se nos está haciendo referencia en el documento como propiedad de Diego de los Cobos, que naturalmente aún está por ejecutar, es el proyecto emanado del aún no obispo de Jaén, quien, tras haberse extinguido por los años 1548 el antiguo patronato de una vieja capilla -más que capilla un simple altar- en Santa María, junto al testero del evangelio, obtiene del Concejo (en sesión de 1 de septiembre de 1546) a través de una donación a su hermano Juan Vázquez de Molina, "una Calleja, suelo y sitio público", junto a la barbacana, tal como se desprende de una provisión del Emperador, fechada en Valladolid a venticinco días del mes de agosto, por la que se confirma la concesión hecha por el Concejo de Ubeda.
Todavía se hará precisa una segunda cesión municipal, debido a que, hechas la trazas y abiertas las zanjas, se comprobó que la capilla ocupaba más terreno que el solicitado antes por Juan Vázquez.
En cualquier caso los trabajos deben ser paralizados -una vez acometido el portentoso proyecto del Hospital de Santiago por el ya entonces prelado-, revertiendo por testamento a la Colegial "un solar en linde de la iglesia mayor della y de las beatas de Sancho Iñiguez", el cual será con posterioridad otorgado para capilla al Comendador don Rodrigo de Orozco por el Cabildo Colegial.
Las nuevas casas que se están construyendo -retomando el documento judicial-, edificaciones de ínfima calidad, son '`como en arrabal y aldea y encubren las prinçipales casas questaban fechas donde el ornato del pueblo se menoscaba". Son construcciones débiles y así lo ha declarado el mismo Andrés de Vandelvira
Atendido el caso se resuelve por los regidores la sustitución de todas estas edificaciones. Para ello han de ser recuperados por la ciudad los solares vendidos en almoneda a particulares, indemnizándose a sus propietarios con el precio que ellos pagaron y los gastos ocasionados por las obras.
Sólo dos edificios van a ser excluidos en este dictamen: el primero es el pósito, ya que una vez levantado -y salvo fallos de cimentación detectados por Vandelvira y Pedro de Mazuecos, que han de ser subsanados a costa de los maestros en quienes se remató la obra- constituye un hecho consumado y costoso de reparar. El segundo, al que se hace referencia de soslayo, son unas "casas principales", con toda certeza la mansión de don Rodrigo de Orozco.
Frente al intento de menoscabo del ornato de la ciudad, en uno de sus principales centros neurálgicos, finalmente triunfa un principio de "decoro", la razón suntuosa y simbólica, la jerarquización de unos valores estructurales que han de conformar un espacio aristocrático. Pero analicemos morfológicamente la gestación edilicia de este ámbito.
En su vértice Este, presidiendo el eje de axialidad longitudinal de la plaza, se levanta la Sacra Capilla del Salvador.
No es ahora el momento de entrar en un estudio más pormenorizado de esta gran obra arquitectónica -tanto en su proceso constructivo como en su discurso ideológico- de nuestro Renacimiento.
Bástenos anticipar que estamos ante una fundación de impresionante envergadura urbanística; una operación múltiple y compleja -puesto que no solamente hablamos de la gran capilla funeraria, sino tambien de un palacio, un hospital y un estudio general- que conllevará la ocupación y posterior reforma de toda una gran manzana en el viejo parcelario de la desaparecida collación de Santo Tomás.
Cobos, inicialmente, posee una vieja casona, solar de sus antepasados. Sus pretensiones originales, en 1525, simplemente apuntan a obtener una pequeña parcela aneja a la parroquia de Santo Tomás donde levantar y dotar una capilla funeraria familiar. Diez años más tarde estos planes ya habían cambiado de dirección, tornándose mucho más ambiciosos al conseguir la bula de Paulo III para erigir no ya un modesto enterramiento, sino todo un templo-panteón.
La nueva iglesia, junto a la ampliación de la antigua mansión paterna, requerirán una superficie de suelo urbano inusualmente amplia en la colmatada retícula del barrio. Y para ello, desde 1518, el Comendador emprende un proceso de adquisición de casas que habrá de concluir en 1535. Once fincas han de ser compradas durante estos años, casas de diversa magnitud, cuyas cuantías oscilarán entre los 5.000 maravedíes y los 204.000.
En un primer momento, hasta 1526, las primeras fincas conseguidas no sin dificultad están destinadas a dotar de suelo al proyecto residencial o palaciego; más adelante, las restantes, junto a los terrenos obtenidos de los cofrades del hospital de los Honrados Viejos, tras su demolición, serán puestas a disposición del nuevo templo.
En un principio, en el año 1531, Luis de Vega da las trazas para la ampliación de la antigua mansión paterna Este mismo año, el Concejo, Justicia y Regimiento de la ciudad, hace gracia a don Francisco de los Cobos de una porción de agua de la fuente de la Puerta de Toledo para la conducción a sus casas, caudal que será aumentado en 1540 con una nueva merced, esta vez a doña Leonor de los Cobos, de las derramas de la Fuente Nueva.
Vega va plantear la reordenación o ampliación de la nueva casa concibiéndola en un doble cuerpo: en el primero es respetada la estructura de la vieja residencia familiar. El segundo, en cambio, levantado de cimientos, presenta un patio con doble arquería (medio punto en planta baja, carpanel en la superior) único elemento consonante con el trazado por el mismo Maestro para don Francisco en su palacio de Valladolid.
Del palacio ubetense, calificado ya en 1845 por Richard Ford como una mansión "cruelmente degradada", conservamos una puntual descripción en uno de los inventarios de las propiedades de Camarasa fechado en 1752. Y de él, Francisco de los Cobos y Luna, en 1601, pondera que es tan excelente como el levantado por su abuelo en Valladolid "y aún mejor que él". Ambos cuerpos serán literalmente ocultados por una extensa y opaca fachada de oscura sillería, cual si de una pantalla se tratara.
Entre 1536 y 1559 -año de su consagración- es construida básicamente la fábrica del Salvador, aunque sus obras se prolongarán -todavía- durante la siguiente década.
También, en 1548, Vandelvira redacta las condiciones para levantar "el quarto de la iglesia del ospital de san salvador que mandan hazer los señores cofrades". Con la erección de esta pequeña capilla, materializada por los canteros Francisco Zambrano y Miguel Ruiz, da comienzo un importante programa de ampliación y obras de esta venerable institución medieval, puesta ahora bajo la tutela y patrocinio -tal como se refleja en los Estatutos Fundacionales de la Sacra Capilla del todopoderoso Secretario de Estado del Emperador. , Acabada la iglesia le toca el turno al patio. Y es en 1552 cuando Diego de Escalona, un cantero local, se compromete a edificar, según precisas condiciones, la galería Este del mismo. Ésta debe estar concluida, en su planta baja, en 1561, completándose las restantes veinte años más tarde.
La Plaza Vázquez de Molina |
Ultimados iglesia, palacio y hospital, en 1570, "atento que hasta agora no a avido comodidad para edificar cassa donde viva y assista la persona o personas que leyeren la chatedra de latinidad y retorica que ynstituimos y dotamos el dho. Comendador mayor mis y yo", Doña María de Mendoza, viuda de Cobos, insta al capellán mayor de la fundación a emprender las obras del estudio general otorgado al Comendador en 1540 por bula de Paulo III. "Importa mucho -insiste la señora en su carta fechada en Valladolid- que la dha. casa o escuelas se asienten y forme junto a la dha. yglesia donde es muy bien queste porque esten juntas tan insignes obras".
Su voluntad, no obstante, no será satisfecha hasta 1583, año que son firmadas las condiciones para la obra del llamado estudio general del Salvador, reducido ya a meras cátedras de latinidad y retórica. Pero lo interesante es valorar que, para estas fechas, la gran manzana del extremo este de la gran plaza ya ha sido definitivamente edificada con el gran y polisémico complejo fundacional de don Francisco de los Cobos.
Vinculado a la Sacra Capilla, en su ángulo norte, el primer capellán mayor de la iglesia, don Fernando Ortega Salido, deán de la Catedral dé Málaga y capellán del Emperador, levantará su nuevo y suntuoso palacio.
Este bello ejemplar de nuestro Renacimiento, con su disposición horizontal abierta a dos fachadas, hermosos balcones en esquina y volada cornisa de ovas, ya ha de estar sustancialmente concluido en 1550. En este año el cantero Martín de Mendiola se compromete a enlosar el patio "con la bajada de la escalera del pátio al zaguan e con la otra bajada del transito de entre los dos patios e desaguadero del dicho patio a la calle." Las obras, por tanto, han de desarrollarse en la década de los cuarenta; no obstante, aún en 1553, es proyectada la ampliación o reforma de la fachada oeste del edificio, donde el deán labra otras "dos casas tiendas que limitan con ella -la principal- en la boca de la rua donde era pescadería"," encargándose al cantero Pero Jorge su ejecución, siguiendo en todo punto el modelo establecido en la fachada principal. Para poder efectuarse estos trabajos -como acabamos de ver-, un año antes ha sido desalojado y adquirido el local ocupado de antaño por las pescaderías, que ha sido permutado al deán por el Cabildo a cambio de un haza con fuente en el Despeñadero.
Desconocemos su tracista, mas en las condiciones para la ejecución de puertas y ventanas -de 1550- se ordena de un modo esclarecedor que ellas han de ser "como Luis de Vega lo dejó ordenado".
¿Fue acaso el arquitecto del Rey el artífice de sus trazas?. Es difícil llegar a conclusiones de este talante, máxime cuando sabemos que Andrés de Vandelvira está dirigiendo la construcción de la iglesia del Salvador bajo la atenta tutela y administración de su capellán don Fernando de Ortega. Sin embargo es más que aceptable pensar en una estrecha supervisión por parte de Luis de Vega de estos trabajos, ya que -no en vano- Cobos lo habría enviado a Úbeda para el examen de las trazas y modelos de su capilla "como persona expedida en el arte de la cantería"
Situado frente a este palacio otro comendador, don Rodrigo de Orozco, labra sus "casas principales" sobre "...un solar de los que rrepartio en la hazera del alcaçar en la calle que va desde la rrua a la yglesia del Salvador el qual alinda con la obra de las casas del posito que la dicha qiudad labra por la una parte y por la otra con otros solares que yo el dicho don rrodrigo tengo...""
La parcela, como podemos observar en este año de 1560, no ha sido requerida por el Concejo, pues su propietario se compromete a abonar a la ciudad el importe del censo perpetuo por el que había sido adquirida. Pero es más, tres años antes, el cantero Juan Vizcaíno otorga un poder para cobrar lo que se le adeuda por la labra de las cornisas de esta mansión. Este dato, en consecuencia, nos pone de manifiesto que el palacio ha sido construido en la década de los cincuenta.
Anotemos, como fenómeno fundamental a tener en cuenta, que todas las obras que conforman la zona oriental de la plaza van a ser ejecutadas, cronológicamente, de un modo simultáneo. Tengamos también bien presente que la configuración de este recinto ofrece una forma trapezoidal -algo irregular-, con una acentuada jerarquización de axialidad y valores visuales, factor que -sin remedio- nos induce a pensar en un calculado proceso de planificación consciente.
La planta trapezoidal, con sus preceptos de concatenación figurativa, es clásica en el incipiente urbanismo del 500.
Ahora bien, se hace inevitable una pregunta: ¿existió una intencionalidad preconcebida en su conformación? La respuesta es todavía difícil de dar por la carencia de otro tipo de fuente documental, literaria o gráfica, que confirme cualquiera de la tesis posibles. Sin embargo, también es necesario valorar los no pocos elementos convergentes para descartar, a priori, esta hipótesis.
Pero vayamos al otro gran ámbito, o "llano", de este espacio urbano; concretamente a su extremo poniente.
La plaza Vázquez de Molina, constituida por la simbiosis de diversos
recintos armónicamente articulados, ofrece una lectura longitudinal
evidente (no ignoremos que hasta nuestro siglo existió un paseo,
llamado de las Delicias durante el XIX, ordenado perpendicularmente a
la gran fachada del Salvador). Sin embargo, tampoco parece correcto
negar el sentido de yuxtaposición de sus espacios, cuya puesta en
valor viene dictada por la presencia de fundamentales hitos
referenciales.
Consecuentemente, el segundo gran foco de axialidad de la plaza viene
establecido por la presencia de un doble eje perpendicular: Palacio
de las Cadenas -fachada principal de Santa María de los Reales
Alcázares; Portada de la Consolada del mismo templo- fachada de la
Torre del Tesorero.
El Palacio Vázquez de Molina, también conocido como Palacio de las Cadenas, debe ser iniciado finalizando ya la década de los treinta, tras la compra a la ciudad por parte de su fundador de varias casas y, entre ellas, la cárcel vieja -nos dice Ruiz Prieto-, "con el fin de levantar sobre sus solares habitación proporcionada a su grandeza".
En cualquier caso, sabemos que su fachada está concluida en 1546, toda vez que son encargados en este año los trabajos de rejería para sus ventanas. Diez años más tarde Vandelvira, su arquitecto, puede hacer entrega de su fábrica, prácticamente finalizada, al propietario, a la sazón Secretario de Estado y Cámara de Felipe II.
Parece sorprendente el grado de "modernidad" que esta fachada nos presenta; pues aún conociendo la influencia ejercida en su trazado por el modelo de "casa romana" de la edición de Fra Giocondo de 1511, Vandelvira sabe ejercer, a pesar de la precocidad de la fecha, un magisterio absolutamente maduro -sin negar sus múltiples licencias- en el manejo de un lenguaje críticamente renovador y plenamente clásico. En definitiva, se conforma como toda una lección de intuición compositiva difícilmente parangonable en estas latitudes.
Frente a él, la Colegiata: un vetusto y venerable edificio cuya fachada principal será encargada en 1604 por el canónigo don Antonio Molina Valenzuela a su tracista Martín López de Alcaraz, interviniendo junto a éste los canteros Pedro del Cabo el Viejo y su hijo, Pedro del Cabo el Mozo.
Para llevar a buen término esta empresa, fomentada directamente por el prelado don Sancho Dávila, es desechado el vano de la anterior e inconclusa portada, promovida por don Alonso Suárez de la Fuente del Sauce en las primeras décadas del siglo; y ello, según parece, con el certero criterio de hacer coincidir un nuevo eje de simetría con la portada del Palacio de las Cadenas, en aquel entonces ya monasterio de Dominicas de la Madre de Dios.
Más no finalizan aquí estas determinantes reformas de la fachada principal, y principal espacio externo, del templo colegial, pues, ultimadas sus obras en 1612, de nuevo don Antonio de Molina ha de contratar con los Cabo y con el cantero Cristóbal del Pozo la construcción de un antepecho que constituyese una nueva lonja precedida de gradas. Este dato nos revela la persistencia aún de un claro desnivel en el terreno, posiblemente el mismo dejado por la barbacana circundante al primitivo cerramiento de la iglesia.
El segundo eje de este ámbito conectará la portada de La Consolada de esta Colegial, trazada también por López de Alcaraz y ejecutada por los canteros Pedro del Cabo y Cristóbal del Pozo por estos mismos años, y la Torre del Tesorero,, más conocida en la actualidad como Palacio del Marqués de Mancera -su posterior propietario.
Esta soberbia casa, labrada en el último cuarto del siglo, enmarcada dentro de la tipología de alcázar urbano, proyecta hacia poniente su única fachada, con su portada -trasunto de la del Palacio Vela de Los Cobos- afrontada a La Consolada, formando ángulo recto con el Emparedamiento de Sancho Iñíguez o Cárcel del Obispo, edificio que cierra el conjunto hacia el alcázar. Los fundadores de esta arcaizante y sobria mansión, tradicional en su configuración compositiva de palacio torreado, manierista en el uso de ciertos morfemas ornamentales, serán los hermanos Hernando de Herrera y Lope de Molina Valenzuela, canónigos de la Colegial.
El enorme esfuerzo constructivo desarrollado en la plaza es tan patente que ya, entre 1580 y 1590, los canónigos de la Colegiata, hasta entonces próspera parroquia de la ciudad, se verán forzados a abrir una información -de ella hicimos ya mención- para probar la disminución de sus diezmos. En ésta se pone de manifiesto que una de las causas -sino la mayor- de su progresiva pobreza -tomando prestadas las palabras del cronista Ruiz Prieto- "era debida al derribo de muchas casas para hacer la capilla del Sagrario, la de Santiago, el palacio-convento de Vázquez de Molina, el de don Fernando Ortega y otras, para hacer plaza pública..."
Y no pensemos que la desaparición de estas viviendas había afectado sólo a pobladores humildes -o casas de arrabal-, pues ya en el documento los prebendados confirman que los feligreses, ahora ausentes, eran hombre ricos "y tenían heredades y posesiones". Eran vecinos acomodados, pero no hidalgos. La oligarquía local, y sobre todo sus ascendentes grupos de poder, parece no conformarse con una simple remodelación del contexto urbano tardomedieval de la ciudad. La reordenación, por el contrario, no puede ser indiferente con el tejido social de la vieja geografía urbana.
En un plazo de setenta años había surgido uno de los conjuntos
renacentistas más asombrosos de nuestro país. Por fin, la ciudad,
protagonista de su grandeza, podía disponer de un espacio
ennoblecido, un prodigioso marco para su eternidad.
Fuente: Úbeda Renacentista ©Arsenio Moreno Mendoza, 1993
La Plaza Vázquez de Molina
A lo mejor suena a exceso, pero adentrarse hasta la Plaza Vázquez de Molina, también llamada de Santa María, e incluso plaza del Salvador, por cualquiera de sus calles de acceso, constituye cuanto menos, una exhibición espacial y arquitectónica inesperada para el visitante.
La plaza, de amplias proporciones, abierta, con numerosos puntos de vista, contiene no obstante, una idea referencial y visual que nos reconduce obligatoriamente hacia la Sacra Capilla funeraria del Salvador del Mundo.
La Plaza Vázquez de Molina |
Con probabilidad, la más sorprendente perspectiva de esta grande y lineal plaza, se aprecia desde el recodo de la calle Juan Montilla, esquina con el palacio Juan Vázquez de Molina, pero igualmente interesantes son las visiones desde cada una de las calles que la bordean.
El visitante que haya comenzado su visita adentrándose desde la ciudad moderna hacia el centro histórico por cualquiera de los distintos itinerarios de esta guía, se irá encontrando progresivamente con una estructura urbana medieval quebradiza, que inesperadamente queda rota por esta imponente plaza perpetuada por la simbología de su dimensionalidad y la fuerza histórico-artística de sus edificaciones.
En el interior de esta explanada se conforman dos grandes ámbitos trapezoidales: uno, el de la Sacra Capilla del Salvadorcon el palacio del Deán Ortega y el otro el de la colegiata de Santa María con el palacio de Juan Vázquez de Molina, así como cinco microespacios delante de cada una de las edificaciones más emblemáticas.
1. El espacio ajardinado delante
de la fachada principal de Santa María. 2. La explanada de delante
del palacio Juan Vázquez de Molina.
3. El jardín medial con fuente renacentista entre el Hogar del
Jubilado y la Policía Nacional. .
4. La plazoleta arbolada entre Santa María, los juzgados y el
palacio del Marqués de Mancera.
5. La explanada de la capilla del Salvador y el Parador Nacional.
Esta plaza, desde su origen, bajo una concepción renacentista y una dialéctica entre el cristianismo, el mundo antiguo y la autoafirmación del linaje, se presenta en su globalidad como uno de los mejores ejemplos de urbanismo renacentista en España, con un conjunto de edificaciones religiosas y civiles de carácter unitario que marcan el ritmo de unas relaciones de prestigio y de poder a través del espacio.
Una plaza de concepción urbana y humanista a la manera italiana y sin embargo físicamente al límite de la ciudad; arrogante, a medio paso de la ciudad de los palacios, la ciudad medieval y la ciudad de los miradores, que alcanza una máxima confluencia de público durante la Semana Santa, cuando el ciudadano de Úbeda la aborda para las salidas procesionales
Fuente: Guía de Úbeda. Ciudad de Renacimiento. Editado por Ceder "La Loma" y realizado por el Módulo de Promoción y Desarrollo de la Escuela Taller de Úbeda. Ayuntamiento de Úbeda 1995
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Fecha de la última actualización 22/08/04 |
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