En sus "Medidas del Romano", Diego de Sagredo, por boca de sus dos contertulios Lampeso y Picardo, plantea una polémica muy al uso en la época: la legitimidad moral de gastar grandes caudales en labrar suntuosas sepulturas para un buen cristiano. En definitiva, un motivo de escándalo que veíamos ya censurar a Villalón en su "Crotalón" y que es tema recurrente en todo el preceptismo de inspiración erasmista.

Dice Picardo: "Como si tu no supieses quan rephrendidas y prohibidas son las pompas de las sepulturas, principalmente a los eclesiásticos, que saben muy bien que los principales capitanes de la yglesia, como sant pedro sant pablo sant gregorio y sant jeronimo y otros muchos santos, estan en Roma segun cuentan los que lo han visto soterrados sin ornamento ninguno y sepultura, seria a lo menos mas seguro distribuir por los pobres lo que en ellos se gasta.

A lo que Lampeso replica: "No podemos negar ser antiquisimo el uso de los sepulcros, pues se hallan memorias de muchos dellos que fueron de Patriarcas, Sacerdotes Profetas... y no ser los sepulcros pribidos por ley, bien se puede colegir del monumento de Joseph abarimathia donde fue puesto el cuerpo de nuestro Redentor jesu Christo".

Santa María de los Reales Alcázares. Capilla de la Yedra. El Abrazo de la Puerta Dorada

Los argumentos se contraponen a favor y en contra. La realidad no, que ésta está definida plenamente por una irrefrenable vocación de glorificación personal o familiar, íntimamente enraizada en el espíritu de linajes tardomedievales.

En Úbeda la fundación y dotación de capillas funerarias es ya un fenómeno habitual desde el siglo XV. La adquisición de éstas se hacía por medio de compra a la parroquia o convento, o bien por adquisición de un solar adyacente a la iglesia o claustro, comprometiéndose sus nuevos propietarios a labrar las mismas, manteniendo el culto litúrgico mediante la dotación de las correspondientes capellanías y rentas.

Los apellidos y familias más principales ya habían tomado posiciones de privilegio en los principales templos de la ciudad desde tiempo atrás. En Santa María tenían su solar funerario apellidos como Cuevas (nada más y nada menos que su capilla mayor), Peñuela, Baeza, Becerra; en San Pablo, Sanmartines, Merlines, Mercado; en San Pedro, Riveras y Porceles; en Santo Domingo, Padilla (capilla mayor) y Peñuelas; En San Lorenzo, Dávalos y Zambrana; mientras que Monsalves y Messia ocupaban para su enterramiento la capilla mayor del monasterio de San Francisco, o los Vázquez el de la Merced.

Alberti ya había destacado la importancia de los monumentos funerarios dentro de una iglesia, o capillas que -en definitiva- constituían iglesias reducidas, con sacristía propia en muchos casos, siendo el modelo de mayor tradición renacentista la tumba en forma de arcosolio, derivadas de los monumentos funerarios paleocristianos; dándose forma en ellas -según Santiago Sebastián- a la teoría de la salvación, codificada por la teología medieval, según la cual la escena terrenal del difunto yacente se corona con la representación de la Virgen y de los santos protectores, situando en la clave de la arquivolta un niño que los ángeles portan al cielo, como alusión del alma.'

Las capillas de las iglesias ubetenses son, por lo general, pequeños recintos de arquitectura gótica que, a lo largo del XVI, serán dotadas de retablos y, sobre todo, magnífica rejería. Esa misma rejería a la que irónicamente se refería Cristóbal de Villalón, cuando sarcásticamente criticaba la ufanía del difunto "por tener acuestas una lancha que pessa qincuenta quintales dorada por enjima; o estar encerrados en ricas capillas con rejas muy fuertes, como locos atados aún en la muerte".

La instalación de estas rejas, auténticos retablos translúcidos, es elemento obligatorio como sistema de cierre y defensa del nuevo espacio privado y sacro; y así se expresa en las condiciones concertadas entre la dignidad eclesial otorgante y el receptor. Del primer cuarto de siglo cuenta Úbeda con espléndidos ejemplares debidos al cincel y la forja del Maestro Bartolomé de Jaén.

La Capilla de la Yedra, en la Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares, erigida en 1505 en honor de la Limpia Concepción de María, fue fundada por el protonotario y arcediano de la ciudad Diego Sagredo.

En su testamento, dictado en Baeza en 1524 ante el escribano Diego Pérez Godoy, consta que el eclesiástico había edificado una capilla en la Iglesia Colegial, a espaldas del coro, y que le puso una reja muy buena y dos sacristías.

Su portada, de arco abocinado con jamba de baquetones, está cerrada por una extraordinaria reja, obra incuestionable de Bartolomé. Y de su autoría no cabe dudar pues ya Ruiz Prieto, al referir un pleito entre los herederos del Arcediano y el Cabildo, nos transcribe lo siguiente: "...la reja muy buena que el fundador puso en la capilla, y que es una joya de arte, la hizo Bartolomé Regero, maestro herrero, vecino de Jaén, el que no habiendo cobrado el total importe de la obra a la muerte de Sagredo, reclamó a los herederos cien ducados de oro, que se quedaron debiendo."

 

Ésta, réplica de la de la Santa Capilla en la iglesia de San Andrés de Jaén, también ejecutada en los mismos talleres, presenta en la sobrepuerta un tema concepcionista por antonomasia. el Abrazo de la Puerta Dorada.

Santa María de los Reales Alcázares. Capilla de la Yedra. Reja

En la "Leyenda Dorada" de Santiago de la Vorágine queda narrado este pasaje apócrifo de la vida de María: "Voy a darte una garantía de que cuanto te estoy diciendo ocurrirá tal como te lo digo -le dice el Arcángel Gabriel a Joaquín- vuelve a Jerusalén; cuando llegues a la Puerta Dorada encontrarás allí a tu esposa Ana que, preocupada por tu ausencia actualmente te anda buscando. Vuestro encuentro producirá en ella enorme alegría"

Este motivo inmaculista, en verdad, había sido popularizado por el dominico en su Leyenda Sanctorum, según la cual -retomando imágenes del Protoevangelio- la Virgen había sido concebida del beso que intercambiaron los esposos en la puerta del templo, implicando el casto abrazo el milagro de la Inmaculada Concepción.

Mientras, en el copete, aparecerá otro tema mariológico, el Árbol de Jessé, motivo recurrente en el arte medieval tardío, que no es otro que la representación figurativa de la genealogía terrenal de Cristo.

Esta genealogía se representa como una combinación del Libro de la generación de Jesucristo (Mateo, 1,1-6), la profecía de Isaías, 11,1 ("Y del tallo de Jessé brotará una vara, y un vástago retoñará sus raíces") e Isaías 11,10: "Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Jessé será buscada por los Gentiles y su habitación será gloriosa".

En realidad este asunto, que en puridad está referido a los orígenes de Jesús, se ha de convertir en tema de aclamación concepcionista pues, a partir del siglo XII, San Bernardo relaciona las etimologías virgo y virga (virgen/vástago) interpretando el texto bíblico latino de Isaías 7,14 del siguiente modo: "Por lo tanto, el Señor mismo os dará señal: he aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel".

Para San Bernardo, pues, lo mismo que el vástago florecerá en semilla, la Virgen concebirá sin hombre. Siendo así que a partir de este momento la Madre de Dios y el Niño irán desplazando progresivamente al Hijo como figuras predominantes en el Árbol de Jessé

También De la Vorágine, en el siglo XIV, añadía que "La gloriosa Virgen María procedía de la tribu de Judá y de la estirpe regia de David. Dicen los entendidos en la materia que si Mateo y Lucas consignaron la genealogía de Jesús no por la linea de María sino por la de José, a pesar de que éste no tuvo intervención alguna en la concepción del Salvador, fue por acomodarse a una costumbre muy antigua, y tradicional de los judíos, que, como puede verse en la Sagrada Escritura, al formar las series de las generaciones, haciánlo a través de los varones..."

La otra gran obra del Maestro Bartolomé en la misma iglesia Colegial es la reja de la capilla de los Becerra.

Esta capilla, fundada en 1515, está también consagrada a la Inmaculada Concepción de María y a San Lorenzo, habiendo sido aprobados sus estatutos por el obispo Diego Tavera en 1558.

Su fábrica, una bóveda nervada abierta al tramo superior de la nave de la epístola, debe fecharse en torno a la segunda década del siglo, encargándose la reja hacia 1520 por el fundador de la capilla don Pedro Becerra, arcediano y canónigo de Jaén y tesorero de la Iglesia Mayor de Úbeda.

En la sobrepuerta de ésta veremos una representación de la Asunción de María rodeada de arcángeles. Y sobre ella, en su temer cuerpo, formado por cuatro calles a manera de arcos, escenas referidas al Antiguo Testamento: la creación de Eva, el Pecado Original, la Expulsión del Paraíso y el Castigo de la Humanidad. Pasajes todos ellos vinculados al "ciclo concepcionista" que nos evocan la idea de María como nueva Eva y corredentora con el Verbo en la salvación cristiana.

Como es fácil apreciar, el culto inmaculadista y la defensa de -Sus principales dogmas ha prendido con fuerza en la ciudad desde estos primeros años por parte, esencialmente, de su estamento eclesiástico más ilustre.

 

Y será este dogma el que, de nuevo, iconográficamente será proclamado en la reja de otra capilla, esta vez en la iglesia de San Pablo.

Nos referimos a la la capilla de los Merlines pues, no en balde, su patrono el canónigo don Francisco Martínez Merlín, había dejado ordenado en su testamento que en ella se pusiera "una reja de hierro dorada conforme a ésta y cual está la de la capilla del arcediano Becerra".

Esto acaecía en 1568 y, aunque el comitente deja expresa su voluntad de que la obra se ejecute con suma brevedad por artífices de la ciudad, parece ser que esto no habrá de suceder hasta cinco años más tarde.

Lo que sí parece claro -a juicio de Domínguez Cubero- es que su autor fuera el maestro local Alonso Pérez, quien ya había trabajado en la vecina reja de los Sanmartines, desarrollando un proyecto anacrónicamente goticista.

"Aunque la pretensión del comitente -nos dice Domínguez Cubero- era una reja plateresca, los resultados dieron una pieza híbrida con apegos al romanismo de la mitad del quinientos. Motivos que se dejan sentir fuertemente en las corintias columnas abalaustradas, que sirven en las entrecalles; en los tres sólidos entablamentos, de anchos frisos, de dibujos relevados formando grutescos; en la ménsula que luce la clave del dintel, sobre la centralizada puerta; en las cariátides y estípites desmembradas que separan las secuencias religiosas y sobre todo la coronación, pieza que abandona la reja modelo para imitar la del camarero Vago, justamente situada frente por frente, en la misma iglesia."

A la postre, un documento recientemente hallado y publicado, en concreto un poder para pleito otorgado por el rejero ubetense Francisco Ballesteros en 1573, ha demostrado que los autores de la espléndida y algo anacrónica reja fueron Miguel del Puerto y Juan Álvarez de Molina

Por último, otra capilla erigida bajo la misma advocación de la Encarnación, será la fundada por el honrado caballero Ruy Pérez de San Martín -como reza en su inscripción- a principios del XV en la parroquia de San Pablo.

Heredada por don Diego de San Martín, éste por testamento dictado en Ubeda en 1462 manda que en la capilla se haga una verja de hierro. A pesar de ello su deseo habrá de ser postergado hasta 1600, año en que el comendador del hábito de San Juan, Juan de Monsalve Sanmartín, aborda un programa de reforma integral del monumento, encargando la realización pictórica de cuatro profetas para la bóveda de crucería del mismo al pintor local Juan Esteban de Medina -que serían concluidos dos años más tarde-, y adquiriendo la antigua reja de la capilla del deán Ortega.

Esta pieza, perteneciente al primer Renacimiento y obra del Maestro Bartolomé, sería de nuevo adaptada e instalada, esta vez sí, por el rejero ubetense Alonso Pérez.

Como quiera que la portada del deán fuera de menor anchura, el maestro arcabucero -como también se le califica a Pérez en escritura- se compromete a "ensanchar e crecer la dha rexa hasta estar en conformidad con el arco", añadiendo dos pilares en el piso bajo y otras barras semejantes en el superior.

En la sobrepuerta, tras "allanar" la anterior heráldica, es situado el nuevo escudo o "avito de san joan", elevando en su coronación la imagen de la Asunción "hasta que llegue con la cabeza a la clave", y agregando en su concavidad un escudo a dos haces con dos muchachos que lo tengan "con las armas de los Sanmartines y Mosalves repartidas en los cuatro cuarteles..."

En las anteriores capillas, como en todas, los enterramientos se han venido efectuando en el interior de una bóveda o cripta, a la que se accede por una gran losa. Mas en ésta también nos encontramos, como novedad en la ciudad, la existencia de un modesto sepulcro: un sencillo túmulo adosado a un antiguo altar (sin nicho) con la imagen de cuerpo yacente, en hábito de armadura y tocada con el collar de Malta, de un miembro de la orden. Esta estatua no es otra que la perteneciente al comendador de Oyincio y Quiroga, Fray Juan de Monsalve y Sanmartín, regidor de la ciudad; luciendo el mausoleo las armas de Monsalve y Sanmartín esculpidas en su frontal

Fuente: Úbeda Renacentista ©Arsenio Moreno Mendoza, 1993

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Fecha de la última actualización 20/08/04


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